Qué encontrar en la Alhambra de Granada

Qué encontrar en la Alhambra de Granada

La inconfundible silueta de la Alhambra de Granada se alza en una colina situada en la orilla izquierda del Río Darro, frente a los barrios del Albaicín y de la Alcazaba. Se trata de un punto estratégico, desde el que se domina una amplia panorámica.

La Alhambra aparece rodeada de murallas, dentro de cuyo recinto tuvieron lugar no pocos de los sangrientos enfrentamientos que sucedieron en la historia del Reino de Granada.

El acceso para su visita se encuentra junto al aparcamiento que se extiende al norte del recinto. Desde ahí se pueden visitar los distintos edificios que integran el recinto. Se recomienda comenzar por el más antiguo de todos ellos, esto es, la Alcazaba.

Qué encontrar en la Alhambra de Granada

Alcazaba

Dotada de gruesos muros y torres, destacan la Torre de la Vela, con impresionantes vistas sobre la ciudad y la vega, y la Torre del Homenaje, desde la que se controlaba todo el sistema defensivo de la Alhambra. En su interior, la Alcazaba encierra una amplia explanada para la residencia castrense, donde quedan restos de los habitáculos, una mazmorra, un aljibe y baños.

Puerta de la Justicia

El enorme arco de herradura de la Puerta de la Justicia, en cuya clave hay una mano grabada en hueco. Detrás se halla la puerta interior, que posee otro arco de piedra, también de herradura y adovelado. En los ábacos se muestra la siguiente inscripción: «Alabanza a Dios. No hay otro Dios más que Alá y Mahoma es su profeta. No existe fuerza sino en Dios». La presencia de una talla de la Virgen con el Niño en brazos, en una hornacina, evidencia que el mundo que está al otro lado de la Puerta de la Justicia no es ya otra cosa que un recuerdo histórico, del que únicamente pervive la proyección estética de un arte exquisito. La Puerta de la Justicia consta de un amplio zaguán y en la albanega de la puerta de salida se conserva una magnífica decoración de azulejos.

Puerta del Vino

Situada en la Plaza de los Aljibes, la Puerta del Vino no posee estructura de zig-zag como la anterior, lo que evidencia su carácter civil y no defensivo. La celosía que hay encima del arco también responde a su uso civil, mientras que los bancos del interior servían a los guardianes para guarecerse de la lluvia y el viento. La Puerta del Vino daba acceso a la Alhambra alta, donde se situaba la medina, en la que residían unas 2.000 personas. Su nombre se debe al mercado del vino libre de impuestos, que tenía lugar en ella a partir de mediados del siglo XVI. En la fachada interior o de poniente, el dintel muestra la simbólica llave de entrada a la medina y una inscripción de alabanza a Alá y a Mohamed V.

Palacios Nazaries

Palacios Nazaries

Desde la Plaza de los Aljibes, dejando a un lado la Alcazaba y al otro el Palacio de Carlos V, se accede a los Palacios Nazaríes, encontrándonos ya en plena Alhambra. La Alhambra es, como dice el arabista García Gómez, no sólo el más bello, sino el mejor conservado y más antiguo de todos los viejos palacios árabes que quedan en el mundo. Una vez dentro del Alcázar Real se tiene la impresión de estar rodeado de un marco digno de una fabulosa historia de las Mil y una noches. En las distintas salas y patios parece aletear un exquisito y sensible perfume.

Los Palacios Nazaríes forman tres conjuntos monumentales independientes: el Palacio del Mexuar, destinado a la administración de justicia; el Palacio de Comares, residencia oficial del rey; y el Palacio de los Leones, con los aposentos privados del soberano.

Palacio del Mexuar

Como ya se ha apuntado, era el recinto donde los reyes de Granada recibían en audiencia a sus súbditos. Allí se desarrollaban, actividades burocráticas y judiciales. Parcialmente derruido, no ofrece una idea completa de cómo era realmente, ya que, cuando ya Granada había sido conquistada por los Reyes Católicos, se levantaron varias construcciones cristianas.

En la Sala del Mexuar destacan los zócalos que lucen alicatados de azulejos con el lema nazarí «No hay vencedor, sino Dios». Al fondo de la sala se inserta un mirador-oratorio, desde cuyos balcones se divisan bellas perspectivas del Albaicín. Muestra una exquisita decoración con varias inscripciones con preceptos coránicos y alabanzas a Mohamed V (1354-1391). A este soberano se debe la construcción del contiguo Cuarto Dorado, dependencia del Palacio de Comares. Desde el Cuarto Dorado, un pórtico de tres arcos da paso al Patio de Mexuar, en el que destaca por su rica decoración la llamada fachada de Comares.

Palacio de Comares

Siguiendo hacia el interior de la Alhambra, se llega, a través del Patio del Mexuar, a la antigua residencia del rey. Se trata de un palacio de incomparable belleza. Es, sin duda alguna, uno de los más interesantes y suntuosos lugares de la Alhambra. Está decorado con una delicada complejidad. Los azulejos policromados y la filigrana de los estucos crean un hálito de fantasía.

El palacio está dispuesto en torno al maravilloso Patio de los Arrayanes. El aire, la luz, el agua y el verde vegetal se conjugan con la elegancia arquitectónica que enmarca el patio, ofreciendo una síntesis del empeño de plasmar el placer de vivir que, en definitiva, constituye la Alhambra. Todo, dentro de su recinto, está concebido para conseguir el máximo goce de los sentidos.

El Patio de los Arrayanes está considerado como el modelo de los típicos patios granadinos. Su gracia, su equilibrio de formas, la sabia disposición de los elementos naturales, hacen de la inconfundible imagen de este patio un conjunto de armónica y original belleza. El techo de madera de la galería norte, parcialmente destruido por un incendio en 1890, ofrece gran interés desde el punto de vista decorativo.

Por la galería norte del Patio de los Arrayanes se accede a la Sala de la Barca, antesala de la estancia más monumental de los Palacios Nazaríes, el majestuoso Salón de Embajadores, ubicado en la gran Torre de Comares.

Torre de Comares y Salón de Embajadores: La Torre de Comares es la más grande de la Alhambra. Sus 45 metros de altura y el enorme espesor de sus muros (2,5 metros) recuerdan el carácter militar de la construcción. En su interior aloja el Salón de Comares o Salón de Embajadores, centro de la vida política y donde se realizaban negociaciones diplomáticas, allí se encontraba el trono. La gran cantidad de aberturas (puertas, ventanas y nueve balcones) condiciona la estructura de la profusa decoración que recubre las paredes. El zócalo de alicatados, la complejidad de los estucos y la copiosa labor de lacería del techo de madera de cedro, que conserva restos de su antigua policromía, son muestras del esplendor de aquella corte. Los motivos ornamentales son epígrafes, con frases religiosas y poemas. Se trata de una auténtica joya, realizada con una finura y precisión realmente magistrales. Antiguamente, la iluminación quedaba amortiguada por tupidas cortinas, hermosas celosías de yeso y elegantes ajimeces (miradores salientes de madera y cristales de colores), lo que prestaba un aire muy misterioso al conjunto, muy del gusto oriental.

Baños: Ubicados al este del Palacio de Comares, su estructura recuerda la de las termas romanas. La Sala de las Camas o Sala del Reposo tiene cuatro columnas que apoyan ménsulas y dinteles, formando en el centro un espacio cuadrado, con una fuente de taza en el centro y galerías alrededor. Las paredes están profusamente decoradas en colores. La mayor parte de la obra es de la época cristiana. Esta primera sala da paso al interior de los baños, de bella arquitectura, con solería de mármol blanco, zócalos con azulejos, arcos lisos de herradura y bóvedas esquifadas con lucernas estrelladas.

Palacio de los Leones

Fue construido por Mohamed V como aposento real privado y está situado en el ángulo formado por los baños y el Patio de los Arrayanes. Es una espléndida muestra del arte nazarí. Se accede a él a través de un angosto pasillo que comunica el Patio de los Arrayanes con el Palacio de los Leones, dispuesto en torno a un gran patio central circundado de galerías, con grandes estancias en el fondo. Al norte se inserta la Sala de las Dos Hermanas y, detrás, la Sala de los Ajimeces y el Mirador de Daraxa. Al sur está la Sala de los Abencerrajes, con los aposentos que integraban el Harem. Al este está la Sala de los Reyes, y al oeste, la Sala de los Mocárabes.

Desde el Patio de los Arrayanes, el Palacio de Comares se comunica con el Palacio de los Leones a través de la Sala de los Mocárabes.

Sala de los Mocárabes: Presenta forma rectangular alargada y sus paredes están decoradas con fajas de yesería que lucen artísticas labores, inscripciones religiosas, el escudo y el lema nazaríes. Es muy interesante la bóveda primitiva descubierta en el siglo XIX que está al lado de la que data del siglo XVII. A través de tres arcos de mocárabes, sustentados en medias columnas y capiteles con inscripciones de alabanza a Mohamed V, se accede al Patio de los Leones.

Patio de los Leones: Constituye la estampa más popular y difundida de la Alhambra. Viene a ser el eje del conjunto monumental formado por las dependencias del Palacio del Harem, residencia privada de los reyes nazaríes y su nutrido cortejo familiar: mujeres, concubinas e hijos. El conjunto arquitectónico del patio resulta genial. El primor con el que están decoradas y la esbeltez de las 124 columnas que bordean el patio son dignos de admiración.

En su tiempo el Patio de los Leones fue un jardín, repleto de vegetación, que las crónicas de la época comparan con el paraíso. Cada uno de sus lados se abre a una estancia distinta que describimos a continuación.

Sala de los Abencerrajes: Está situada frente a la Sala de las Dos Hermanas. Recibe este nombre porque en ella dice la tradición que fueron degollados los caballeros de la estirpe de los Abencerrajes. Tiene doble arco de ingreso y la sala forma un cuadrado central, con tres arcos dobles artísticamente decorados que se apoyan en columnas con capiteles azules. Las paredes lucen una rica decoración, restaurada en el siglo XVI. La cúpula de mocárabes es de gran belleza.

Sala de los Reyes: También llamada Sala de la Justicia, se extiende por la cabecera este del patio y forma un rectángulo de 31 por 7 metros. A esta sala dan acceso tres pórticos con triples arcos de mocárabes que se sustentan en finas columnas y lucen decoración con rombos calados. La Sala de la Justicia se divide en su interior por tres compartimentos cuadrados, separados unos de otros por sólidos arcos dobles. Los tramos rectangulares formados por estos arcos están recubiertos por bóvedas de mocárabes. Varias alcobas se abren a los extremos de la sala, decoradas con inscripciones de alabanza a Dios y a Mohamed V. Se trata de uno de los conjuntos interiores más interesantes de la Alhambra.

Son muy valiosas las pinturas que decoran los techos de la estancia. Estos cuadros de vivo color y de dibujo sencillo recuerdan el estilo y la manera de las pinturas chinas y las miniaturas de los manuscritos persas.

Sala de las Dos Hermanas: La sala, que debió construirse a finales del reinado de Mohamed V, es cuadrangular con 8 metros de lado. Su nombre proviene de las dos grandes losas gemelas del pavimento de mármol que flanquean una fuente central.

La estancia tiene arcos semicirculares en cada uno de sus frentes. Los arcos laterales dan acceso a dos salitas con techo de lazo.

Los muros están cubiertos por una finísima labor en yeso que parece filigrana.

La parte más impresionante de la sala es la cúpula de mocárabes, que parece una bóveda ingrávida sostenida en el aire por arte de magia. La cúpula se apoya en el octágono de su base, sobre trompas también de mocárabes.

Los departamentos superiores probablemente estaban reservados a las mujeres que, detrás de las celosías de madera, asistían sin ser vistas a fiestas y diversiones.

Sala de los Ajimeces: Su nombre deriva de los ajimeces o pequeños balcones que se abren en la pared norte, sobre el jardín. La mitad de las paredes están cubiertas de yeserías con inscripciones religiosas y un escudo con el lema nazarí. Un gran arco apuntado de mocárabes situado en el centro de la pared del fondo da acceso al Mirador de Daraxa, una preciosa obra del arte nazarí, que se eleva sobre el Jardín de Daraxa en cuyo centro se ubica una fuente de mármol de grandes dimensiones.

Mirador de Daraxa: Es uno de los lugares más deliciosos de la Alhambra. Esta estancia es la primera del Harem y está decorada con exquisita delicadeza, al igual que los restantes aposentos aledaños, destinados a la sultana.

La decoración de las paredes es finísima y de una gran belleza como si se tratara de una orfebrería de marfil. La epigrafía, en su mayor parte, reproduce poemas de Aben Zemrec. El interior del mirador lo ocupa una salita rectangular con un par de arcos laterales y uno doble en el centro. Los ventanales están adornados por arcos apuntados de mocárabes. El zócalo de azulejos, bellísimo, combina los colores negro, blanco y amarillo. El zócalo termina con una diminuta inscripción, también en alicatado. Enfrente del Mirador de Daraxa, en 1527 se construyeron las Habitaciones de Carlos V. Son seis estancias con decoración renacentista. En ellas vivió Washington Irving, autor de los célebres Cuentos de la Alhambra.

El Partal

El Partal

Jardines del Partal

Rodeados de interesantes monumentos, de pura estirpe arábiga, cuya silueta se refleja en las aguas de la acequia del centro.

El más importante de los edificios de esta zona de la Alhambra es, sin duda, El Partal o Torre de las Damas. Situado al fondo de los jardines, ostenta un techo de lazo, todo de madera, originalmente decorado. Un gran arco, muy bien ornamentado, da acceso a la sala, que tiene tres ventanas en cada uno de sus frentes. Desde el mirador, que está en la parte alta de la torre, se contempla una hermosa vista del valle del Darro. A su izquierda se encuentran las llamadas Casas del Partal. Se trata de tres casitas moriscas, aunque muy reformadas, en las que se hallaron interesantes restos de pinturas de origen árabe.

A la derecha de la Torre de las Damas se alza la Torre del Mihrab. Aloja un oratorio y tiene en la fachada un arco de herradura. Un arco semicircular se alza sustentado por columnas en el interior. En el muro de enfrente está el mihrab, de planta poligonal y arco de herradura adovelado, con cúpula de mocárabes.

Torres

Actualmente subsisten 22 torres de las 30 que antaño coronaban las murallas de la Alhambra. Algunas de ellas, en el siglo XIV, perdida su función militar, fueron bellamente decoradas para convertirse en pequeños palacetes independientes, tal es el caso de la Torre de la Cautiva y la Torre de las Infantas, o, la antes citada, Torre de las Damas.

La Torre de los Picos debe su nombre al remate en pico de las almenas. Su misión era defender una entrada de la fortaleza que comunicaba con el Generalife.

La Torre del Cadí cuenta con una sala principal con bóveda esquifada.

La Torre de las Infantas tiene sobre todo valor legendario. Su historia, inmortalizada por Washington lrving, se refiere a las princesas Zaida, Zoraida y Zorahaida, enamoradas de tres prisioneros cristianos.

La Torre de la Cautiva, presenta una refinada yesería. Su nombre evoca la romántica figura de Isabel de Solís, que no es otra que la bella Zoraya, cuya leyenda aletea poéticamente por todo el ámbito de la Alhambra.

La puerta de la Torre de los Siete Suelos fue una de las más importantes de la Alhambra. Dice la leyenda que por ella salió Boabdil para rendirse a los Reyes Católicos, pidiéndoles que la tapiaran para siempre. En 1812, la torre fue volada por las tropas napoleónicas y posteriormente restaurada.

Alhambra Alta

Recibe este nombre la zona correspondiente a la antigua medina de la Alhambra. Tenía una población de 2.000 habitantes y contaba con palacios, viviendas, zocos, baños y una mezquita. La calle principal de la medina, que nacía en la Puerta del Vino, seguía el trazado de la actual Calle Real. Hoy apenas quedan restos de todo ello. En el lugar de la mezquita se levantó, en el siglo XVII, la Iglesia de Santa María de la Alhambra. Algo más al norte se encuentran los restos de los Baños del Polinario. En estado de ruinas nos han llegado diversas casas nazaríes y el Palacio de los Abencerrajes, el cual estaba adosado a la muralla, mientras que otro palacio sirvió de base para construir, en el año 1495, por orden de Isabel La Católica, el antiguo Convento de San Francisco, hoy Parador de Turismo.

Palacio de Carlos V

Palacio de Carlos V

Dentro del complejo monumental de la Alhambra destaca la traza renacentista del llamado Palacio de Carlos V. Empezó a construirse en 1527, y estaba destinado a residencia del Emperador, que sentía una especial predilección por Granada. Pero las obras tuvieron que suspenderse en 1568, a causa de la rebelión de los moriscos, y no pudieron ser reanudadas hasta 1579. Aun así quedó inacabado, con el techo al descubierto, terminándose en el siglo XX.

El tránsito desde el ámbito etéreo y sensual de la Alhambra al equilibrio clasicista del Palacio de Carlos V representa una experiencia apasionante. Y a pesar de que su ubicación ha provocado muchas muestras de discordancia, lo cierto es que su construcción sólo afectó al solar donde se hallaba el cementerio real y algunas dependencias del harem. El palacio tiene forma cuadrangular y sus líneas resultan serenamente majestuosas. Está considerado el palacio renacentista más bello que existe fuera de Italia.

La fachada meridional ostenta una bella portada, artísticamente decorada, y en la occidental, que es la principal, se exhiben notables relieves. El patio central, circular, impresiona por sus dimensiones: 30 metros de diámetro. Aparece rodeado por un espacioso pórtico de 32 de columnas, de estilo dórico en el piso inferior y jónico en el superior. En la actualidad sus salas albergan el Museo de Bellas Artes de Granada y el Museo de la Alhambra.

Museo de la Alhambra

Situado en la planta baja del Palacio de Carlos V,  reúne una magnífica colección de obras árabes, que constituyen un completo estudio de la cultura islámica en España. La mayoría procede de las realizadas en el recinto monumental de la Alhambra. Cuenta con numerosas piezas de cerámica, monedas, vidrios, capiteles, lápidas sepulcrales, muestras de azulejería y yesería, fragmentos de puertas y techumbres de madera, celosías, pequeños candiles y otros objetos.

Entre todas las piezas destaca el llamado Jarrón de las Gacelas, del siglo XIV, considerado obra cumbre de la cerámica medieval española.

Museo de Bellas Artes de Granada

Emplazado en la primera planta del Palacio de Carlos V. Cuenta con un conjunto de pinturas y esculturas que abarcan del siglo XV al XX, y ofrecen una visión del arte de Granada y de Granada a través del arte, desde la conquista cristiana hasta la actualidad.

Una de las obras más importantes es el Tríptico del Gran Capitán, de finales del siglo XV. Cabe destacar también los cuadros de tema religioso de Juan de Sevilla, o  los impresionantes lienzos de Pedro Atanasio Bocanegra y otros maestros como Pedro de Raxis y Fray Juan Sánchez Cotán, además de una notable colección de tablas flamencas de autores anónimos.

En cuanto a la escultura, despierta admiración El Entierro de Cristo, de Jacobo Florentino, realizada en madera estofada. Obras de gran valía son también, distintas tallas de Pedro de MenaJosé Risueño y Alonso Cano, autor del que también se conservan varios lienzos.

De la pintura del siglo XIX, esencialmente paisajística, Manuel Gómez Moreno es el máximo exponente de los artistas granadinos. Del siglo XX destacan las obras de López-Mezquita y Rodríguez-Acosta, y, en el terreno de la vanguardia, figuras como Manuel Ángeles OrtizIsmael González de la SernaJosé Guerrero o Manuel Rivera.

Generalife

El palacio y los jardines del Generalife se emplazan en las laderas del Cerro del Sol, desde donde se divisa una espléndida panorámica del Valle del Darro y el Valle del Genil y de la ciudad de Granada. Era una casa de recreo de los monarcas granadinos.

El Palacio del Generalife se levantó a mediados del siglo XIII, aunque la actual decoración data del año 1319, y constituye, un antecedente inmediato del arte característico de la Alhambra. Tras la conquista cristiana sufrió nuevas reformas que desvirtuaron su perfil original.

El edificio está dispuesto en torno al maravilloso Patio de la Acequia, de 48,70 por 12,80 metros. Un canal se extiende por el centro, flanqueado por dos juegos de surtidores con dos tazas de piedra en los extremos. El agua y la naturaleza adquieren aquí el mayor protagonismo. En uno de los lados del patio se abre un muro con dieciocho arcos ojivados que dan a una galería moderna sobre los jardines bajos. En el intradós de los arcos están pintados el yugo y las flechas (símbolo de los Reyes Católicos), e inscripciones árabes y cristianas.

A norte y sur el patio está cerrado por dos pabellones. Del pabellón sur, el más interesante, no se conservan más que cinco arcos sustentados sobre pilastras de ladrillo y un par de columnas con capiteles cúbicos. En cada extremo hay un arco. El de la derecha conduce a la entrada principal y el de la izquierda, a la escalera que sube al piso superior, donde se encuentran las alcobas. Tras el pórtico, un zaguán da paso a una gran sala cuyos muros conservan restos de la antigua decoración.

El pabellón norte, presenta un pórtico de cinco arcos que se sustentan sobre columnas de mármol con capiteles cúbicos. Una artística portada de tres arcos permite la entrada a la sala-mirador que se abre a un hermoso jardín a sus pies.

Este pabellón comunica con el Patio de los Cipreses, poblado con espléndidos y centenarios ejemplares de cipreses. Este patio está cerrado al norte por una galería de dos pisos construida en el siglo XVI.

Por una amplia y sólida escalinata del siglo pasado se accede a la parte alta de los jardines, donde se encuentra una de las más hermosas escalinatas del Generalife, la llamada Escalera del Agua, de estilo arábigo, flanqueada por pretiles, por donde fluye el agua.

La estructura de los jardines que se extienden junto al Palacio del Generalife, conforman un encantador laberinto de glorietas, fuentes, macizos de flores y tupidas paredes vegetales.

En uno de sus extremos, se construyó un teatro al aire libre, escenario anual del Festival Internacional de Música y Danza de Granada.

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