En el entorno municipal de Grazalema y dentro del Parque Natural Sierra de Grazalema, se esconde uno de los tesoros únicos del bosque mediterráneo, el pinsapo. Esta especie endémica es descendiente de los abetos del centro de Europa, los cuales formaban grandes bosques durante las épocas glaciares. Asimismo, es una de las nueve especies de abetos que se encuentran en las montañas cercanas a este mar.
Con el paso del tiempo, el pinsapo ha sufrido la transformación del territorio por parte del ser humano. Antiguamente, hace miles de años, esta especie habitaba casi todo el mediterráneo y ahora, en España, solo se encuentra en puntos concretos de Andalucía. Estos son el Parque Natural Sierra de Grazalema, en la provincia de Cádiz, y el Parque Nacional Sierra de las Nieves y el Parque Natural Los Reales de Sierra Bermeja, en la provincia de Málaga. También existe un pequeño reducto en Marruecos, pero son de la variedad marocana y tazaotana, los cuales se consideran especies distintas de las que hay en España.
Adentrarte en esta reserva de la Sierra de Cádiz es vivir una experiencia en un entorno casi irrepetible, viajar millones de años al pasado y sentir un clima que destaca por poseer uno de los índices pluviométricos más altos de España.
Descubre el pinsapar de Grazalema, una joya irrepetible
Historia del pinsapo en Grazalema
Hace millones de años, los bosques de pinsapos estaban presentes en numerosos sitios, cuando las condiciones y las temperaturas que había en la Tierra eran muy diferentes de las actuales. Sin embargo, hoy en día, tan solo es posible encontrar esta especie en puntos muy concretos del planeta, entre ellos Grazalema.
El nacimiento y proliferación del pinsapo tuvo lugar en el enfriamiento que se produjo durante la era Cenozoica o periodo Terciario, hace 65 millones de años. No obstante, la mayoría de estos pinsapos se perdieron cuando las temperaturas empezaron a suavizarse y las precipitaciones fueron en descenso, dando paso a la era postglaciar. El motivo por el que han conseguido sobrevivir en lugares como el Parque Natural Sierra de Grazalema es por la orografía de la zona, la cual cuenta con unas condiciones climáticas similares a las existentes en la época de su nacimiento como especie.
Respecto al descubrimiento del pinsapo, Simón de Rojas Clemente y Rubio, un naturalista español, ya tenía evidencia de su existencia del pinsapo en el año 1810. No obstante, su hallazgo como una especie única del sur de España se atribuye al botánico, matemático y explorador suizo, Pierre Edmond Boissier. Este lo presentó en 1837 como abies pinsapo, tras descubrirlo en la provincia de Málaga, primero en la Sierra Bermeja y después en la Sierra de las Nieves.
Desde entonces, el pinsapo ha sido objeto de estudio y protagonista de distintos libros en los que se inspiran como objeto de belleza. El naturalista y cazador Abel Chapman quedó tan maravillado por el encanto del pinsapar de Grazalema que lo visitó hasta en 5 ocasiones, asistiendo por primera vez en 1872.
Por otro lado, es importante reseñar que, además de la gran disminución de población de pinsapos por el cambio de era, el ser humano hizo que descendiera su número de ejemplares por la tala de estos. Esto tuvo especial relevancia al principio del siglo XX.
En 1971, el pinsapar ubicado en la Sierra del Pinar, en Grazalema, pasó a manos del Estado, tras el reclamo de botánicos y naturalistas para preservar su conservación. De esta forma, fue aumentando su grado de protección y consiguió que la Sierra de Grazalema tuviera la consideración de Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1977, la primera de la Península Ibérica. Posteriormente, en 1984, logró que se declarara el Parque Natural Sierra de Grazalema.
Todo esto, hizo que el pinsapar de Grazalema lograra un mayor amparo y, por tanto, que su población no se viera amenazada. De esta forma, el 18 de enero de 2011 fue aprobado por el Consejo de Gobierno de Andalucía el Plan de Recuperación del Pinsapo.
Profundizando en el incremento de la protección del pinsapo en los últimos tiempos, este se ha visto reflejado en la prevención de incendios, con la creación de cortafuegos y otros trabajos forestales. Además, se promueve la defensa de otras amenazas como el sobrepastoreo, el aislamiento de poblaciones, la modificación del hábitat, las enfermedades, el riesgo de hibridaciones con otros ejemplares, etc.
Como resultado de todos los esfuerzos, la población de pinsapos en la Sierra de Grazalema ha incrementado su número de ejemplares y sigue en aumento.
Qué saber sobre el pinsapar de Grazalema
Para poder ver los pinsapos de Grazalema tendrás que adentrarte en la Sierra del Pinar, dentro del Parque Natural Sierra de Grazalema, la cual se localiza entre los municipios de Grazalema, Benamahoma y Zahara de la Sierra.
Este pinsapar se extiende alrededor de más 400 hectáreas de bosque denso en el que apenas penetra la luz. Esto se debe a que los pinsapos se encuentran, de forma general, en las laderas del norte, protegidos de la excesiva insolación y de la pérdida de humedad. Todo esto ha llevado a que los distintos ejemplares de pinsapos compitan por obtener los pocos rayos de luz, dando lugar a que las ramas más bajas se queden sin hojas. De esta forma, se obtiene un sotobosque muy pobre respecto a matas y arbustos.
La densidad del bosque que forma los pinsapos te sorprenderá al principio, sobre todo si te pilla un día de llovizna o niebla. En su interior, podrás apreciar la altura de estos árboles que llegan hasta los 30 metros y viven unos 400 años, mientras que, en los alrededores, podrás ver las chovas y los buitres sobrevolando los tajos de la sierra.
Debes tener en cuenta que el acceso a la zona del pinsapar está restringido a un número concreto de personas, por lo que necesitarás un permiso para poder acceder a esa zona. Esto es así para asegurar la conservación y la supervivencia de esta especie, dándole la oportunidad de encontrar en la Sierra de Grazalema un hogar.
Una ruta por el pinsapar de Grazalema
En esta zona restringida del Parque Natural Sierra de Grazalema podrás realizar una ruta de senderismo señalizada y vivir en primera persona el encanto del pinsapar. Para ello necesitarás una autorización que te emitirá el Centro de Visitantes El Bosque o la Oficina de Turismo de Grazalema.
Si decides disfrutar del pinsapar entre el 1 de junio y el 15 de octubre, necesitarás entrar con una de las empresas de turismo activo de la zona. También, a la hora de planificar tu visita, debes tener en cuenta que la zona de Grazalema es de las más lluviosas de España, por lo que te recomiendo que te fijes bien en la previsión meteorológica.
Una vez ya tienes el medio para poder realizar la ruta, esta comienza en lo que se conoce como Las Canteras, que, como su propio nombre indica, se tratan de unas canteras. Este punto de inicio se encuentra a unos 2 km del pueblo de Grazalema, en la carretera que lleva al Puerto de las Palomas.
Esta ruta, conocida como Sendero El Pinsapar, cuenta con 10,5 km de recorrido lineal, un tiempo de duración estimado de 4 horas y media y una dificultad media.
Conforme vayas avanzando, irás observando que el sendero va cogiendo altura, llegando al Puerto de las Cumbres, desde donde podrás divisar la Serranía de Ronda, el Torreón, el pico más alto de la provincia de Cádiz, y gran parte de la reserva.
Poco a poco, te adentrarás en el pinsapar, donde podrás sentir cómo viajas en el tiempo al periodo Terciario, ya que estarás paseando por un entorno natural que contiene una vegetación similar a la que existía hace millones de años en Europa. Encontrarás entonces el sentido a las palabras del pintor estadounidense, Ernest Martin Hennings, cuando dijo que “Grazalema es un almacén inagotable para un artista”.
Avanzando en la ruta y antes de salir de la zona de pinsapos, podrás desviarte un momento y ver un gran pozo de nieve. Estas estructuras se usaban antiguamente para abastecer de hielo a las localidades vecinas. Tenían entre 8 y 10 metros de diámetro y su construcción se llevaba a cabo en la cara norte de las montañas, en las zonas de umbría. Tras las nevadas se trasladaba la nieve hasta los pozos donde se prensaba con grandes mazas de madera para convertirla en hielo. Este hielo se cubría con capas aislantes y se cortaba en bloques para, cuando fuera necesario, transportarlo durante la noche con caballos, mulos y burros a los distintos lugares, llegando incluso hasta el Coto de Doñana.
Asimismo, podrás descubrir en los carteles del sendero cómo se llevaba a cabo el oficio de carbonero. Estos utilizaban madera de encina y quejigo para la elaboración del carbón.
Finalmente, el sendero irá abandonando la zona de pinsapos y empezará a dar protagonismo a los quejigos, alcanzando una pista que te llevará hasta el pueblo de Benamahoma. En este último tramo, podrás pasar por el nacimiento del río Majaceite y el Ecomuseo del Agua.
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